El inconsciente y el cerebro.
Nada en común
Bruselas 13-14 Julio 2019
5º Congreso Europeo de Psicoanálisis
El argumento
El cerebro está transformándose en el pulmón de Antoinette*. Nada queda que no se refiera a él. Tras el desencriptado del genoma, los desarrollos técnicos de la ciencia nos prometen desvelar -claro, para dentro de poco- los últimos secretos del funcionamiento del cerebro. Neuro-esto, neuro-aquello, las esperanzas son grandes, los progresos evidentes.
Lo que marca, es que el objeto de esta ciencia no se limita ya a los daños neurológicos o al llamado desarrollo de la inteligencia. Todas las dimensiones del ser y del pensamiento son ahora objeto de su estudio. Afectos, sentimientos, neurosis, sexualidad, amor, odio y felicidad- nada queda fuera. La “vida mental” 1 recibe la promesa de acceder al rango de una ciencia y de un tratamiento “objetivo”. El inconsciente mismo suena como el último bastión cuya llave neurológica será encontrada. De ahí los vagabundeos en los que se pierden algunos, psicoanalistas incluidos, por supuesto, en una posible descompartimentación de las disciplinas: el cerebro se presenta como el denominador común “natural” de la suposición que lo psíquico es cerebral.

No nos equivoquemos : si se considera el inconsciente del psicoanálisis, es para matarlo mejor. Se trata de rectificar el error freudiano que al igual que Cristóbal Colón, habría descubierto otra cosa distinta de lo que él creía 2. Viva el inconsciente cognitivo, en el que el inconsciente se encuentra reducido a lo que ni Freud ni Lacan querían que fuera: los procesos no conscientes. Ahí se encuentra el proyecto de fundar el cognitivismo sobre el propio inconsciente.
La verdadera alianza se encuentra en otro sitio. El avance de la ciencia en su acoplamiento con la técnica, en la época en la que la producción se ha transformado en el significante amo mundial, funda un discurso de la cuantificación que se lo lleva todo por delante. El materialismo cognitivista, y su creencia de que el hombre es una máquina de tratar información, han encontrado en el cerebro su objeto mayor 3.
Le permite ocultar mejor o darle brillo a su origen behaviorista, que hace no tanto tiempo provocaba vergüenza en su aplicación al campo de lo humano. El cognitivismo se emplea en demostrar la legitimidad del reduccionismo que lo habita: el de reducir la cualidad a cantidades. La evaluación es el brazo operacional y su ideología. Un poco, mucho, apasionadamente, se aplica por consiguiente a todos los campos y “el sufijoneuro es la forma que adquiere la cifra cuando consigue capturar lo psíquico” 4. La imaginería cerebral da a estas medidas y correlaciones, en las que todo puede ser comparado, un sustrato supuestamente científico – de los que los más honestos dicen a veces no saber qué deducir, pero de los que se infieren procesos mentales y soluciones curativas que a menudo no llevan muy lejos. PIPOL 9 se aplicará para realizar unaradioscopia de las neurociencias.
El individuo es seducido por esta proposición de identificarse con su organismo 5 por medio de la medida.
Le gusta imaginar que es una máquina y no le repugna ver su cerebro comparado en su funcionamiento con un ordenador de potencialidades increíbles. Cree encontrar por medio del cifrado un seguro y la existencia de su ser que no cesa de huir y al que no deja de querer alcanzar. También encuentra un ideal de igualdad, todos idénticos y comparables, adecuado a la preocupación democrática. El político encuentra, por su parte, desde que ha decidido ocuparse de la salud y de la felicidad de los pueblos – lo cual no nos tranquiliza en absoluto – un aliado en la gestión y el dominio de las poblaciones. Aumentar y optimizar, con la rectificación de lo que se encuentra plegado a las vías cognitivas o a la sub-utilización de las potencialidades, son tantas promesas de un mañana mejor. Ciertamente, la curva suele ser entrante, ¡es que el cerebro es una máquina compleja, sabe usted! Pero la promesa sigue siendo la de curar el malestar en la civilización; la seducción, potente.
Que así sea. Sera así en lo bueno… y en lo malo. La introyección del superyó de la producción ¡Mejora ! – ¡Goza! Dirá Jaques Lacan – no ha esperado para producir sus efectos de vuelta: burn-out, suicidio en el trabajo, adicción, depresión, violencia, exclusión, segregación y odio de lo diferente. Cuando no toman esta intensidad mortífera, el nuevo imperativo que ordena hacerse amo de sí mismo y del cuerpo propio en una relación de bien estar, se encuentra con las paradojas del goce que la experiencia del psicoanálisis aísla. A saber, la incomodidad y la intranquilidad, no del individuo, sino de lo que llamamos con Lacan, el sujeto dividido, que no es nunca igual y transparente a sí mismo, que se mantiene no homogéneo, no categorizable, incomparable. En resumen, lo que del individuo pone “en jaque los algoritmos mejor concebidos (…) los cálculos más masivos que pretenden explicarlo todo, evaluarlo todo, preverlo todo” 6 aunque sea a través de las conexiones neuronales y las actividades del cerebro.
Una ética del deseo se opone a esta civilización de la cifra y de la imaginería cerebral.El inconsciente, el del psicoanálisis, da testimonio de ello. No, el inconsciente no es una memoria, ni siquiera escondida, olvidada, no consciente. Tampoco es el trazo dejado por la experiencia, que daría testimonio de la plasticidad neuronal. Si Freud y Lacan han podido explorar estas pistas, fue para llegar, por la experiencia, a la conclusión de que el inconsciente que encontramos a través del psicoanálisis da cuenta de un real que le es propio. La experiencia del psicoanálisis no dice nada sobre el cerebro. PIPOL 9 recogerá los testimonios.
La experiencia acumulada del psicoanálisis da cuenta de una insurrección del síntoma contra la categorización forzada a la que el sujeto rechaza dejarse reducir. El inconsciente del psicoanálisis da cuenta por sus efectos que siempre crean efracción, agujero, de una conmemoración de un encuentro, sí, pero de un encuentro fallido con una satisfacción que convendría y que, por tanto, nunca se ha realizado. El inconsciente es esa insistencia de una pérdida inasimilable que reitera, y que no se deja ni representar, ni poner en imágenes. El cuerpo es “una superficie de inscripción de [lo que con Lacan llamamos] el goce que no deja de huir” 7. A este respecto, la imagen del cuerpo enmascara lo real del goce. Da la ilusión, con una imagen mental (de la que Lacan ha sabido traducir la operación en el estadío del espejo), de una unidad y compleción del cuerpo, mientras que la pulsión que anima es siempre inacabada, parcial, decimos con Freud. Esta imagen es lo que las neurociencias tratan de atrapar a través de la imaginería cerebral. La paradoja es que no es del cuerpo, sino de lo mental, del Yo como imagen ideal de sí mismo. Es un desconocimiento de las propiedades del cuerpo del ser hablante. Las neurociencias prolongan esta voluntad de desconocimiento con un arsenal técnico inigualado. En este sentido, podemos decir que el cerebro no conoce la pulsión – en el sentido en que la pulsión hace agujero en la cognición.
PIPOL 9 nos permitirá erigir los contornos de lo real propio del que el inconsciente atestigua. Debería permitirnos ceñir esta noción de inconsciente con una mirada actual. Afirmamos, con Jacques-Alain Miller, que debemos apoyarlo como “ek-sistente fuera de las normas del discurso científico, si queremos salvar el psicoanálisis” 8. Es en efecto lo que está en juego. Si en este barullo de la falsa evidencia, la voz del psicoanálisis puede parecer débil, la potencia de la fuerza de lo real del síntoma resulta prometedora en vistas a generar ciertos reveses a aquellos que apostarían por su erradicación o su dominio.
Hacer la hipótesis ética del inconsciente del psicoanálisis, de otra escena en la que al sujeto le cuesta reconocerse idéntico a él mismo, tiene consecuencias en la relación a lo humano. Determina así una dimensión ética que atraviesa el conjunto de las prácticas que a él se refieren.
Todos los campos de lo humano, incluido el arte, son ahora convocados por el neuro-paradigma. El niño, objeto electivo de la educación, es el primer objetivo. Pero como la infancia hoy en día se prolonga ampliamente, el ser hablante en su conjunto es convocado. Ya nada que no sea del campo de los aprendizajes parece tener su lugar. Los proyectos en este ámbito son atravesados de objetivos extravagantes, cuando mejor ridículos, cuando peor en su dimensión ética, atentatorios contra algunos principios de libertad. PIPOL 9 podrá recopilar y desvelar a la opinión ilustrada algunos de ellos.
Por último, el campo de la dicha salud mental es evidentemente en primera línea impactada. Si el neuroparadigma puede presentarse modesto y habitado por las mejores intenciones, los practicantes de dicha salud mental, de Europa y más allá, están bien situados para vivir en carne propia la rectificación forzada de las prácticas al uso operadas en todas partes por la política y su administración. Todas estas políticas apuntan abiertamente al campo que llamamos de la transferencia y del inconsciente. Es el campo del conjunto de las prácticas de la palabra el que se encuentra puesto en cuestión.
La ideología de la cifra y el neuro-paradigma fundan discursos sin más allá, que producen una vacuidad semántica. Como lo indica Lacan, “el progreso de la ciencia hace desvanecerse la función de la causa” 10, en este sentido, que se produce un “quiere decir algo” allí donde “se rompe la implicación del sujeto en su conducta” 11. Son congruentes en esto con la pérdida de sentido, de valores morales y de prácticas que se fundan sobre la búsqueda de una verdad. Vemos desplegarse los efectos de ello todos los días. El discurso político es en sí mismo atravesado, no sin algunas inquietudes de cara al futuro. Sin la orientación del psicoanálisis, que es una práctica que se fundamenta en el Siglo de Las Luces, el campo parece libre o bien para todas las formas de obscurantismo y esoterismo, o bien para una nueva ola de lo religioso.
PIPOL 9 dará la ocasión a más de 140 participantes de demostrar los efectos de utilidad pública de prácticas clínicas que se basan todavía en la hipótesis ética del inconsciente, que responde del campo de la palabra y del lenguaje. Se hará una actualización de los síntomas producidos por estas coordenadas nuevas del discurso de la ciencia. Frente a los síntomas de hoy, también será la ocasión de revelar la amplitud del desamparo que ha procurado en el campo psi la desaparición progresiva de la dialéctica de las referencias clínicas en provecho de su clasificación estadística y neurobiológica – referencias que el psicoanálisis de orientación lacaniana ha podido preservar y poner al día.
Que haya intervenciones sobre el cerebro que puedan cambiar los comportamientos, modificarlos, eso no hay que ponerlo en duda. Es incluso lo que sin cesar, inquieta. Nadie desconoce los progresos permitidos por la ciencia en el campo de lo médico en general, y en el campo del cerebro en particular. Un salto se opera sin embargo cuando entramos en el campo de la subjetividad y de lo mental. El psicoanálisis podrá recoger los efectos, por ser el lugar de encuentro y de interpretación de lo que constituye la falla absoluta que habita al ser hablante.
Tenemos, como psicoanalistas, la experiencia de que el encuentro con el goce y las manifestaciones del deseo, si pueden quizá producir dopamina, no relevan en menos de la contingencia absoluta. Goce y deseo son siempre singulares, no responden a ningún modelo, y no se someten más que a la ley del puro encuentro. En el campo de la relación entre los sexos del ser hablante, nada se corresponde con un programa establecido, solo la invención participa. Es lo que Lacan apuntaba del aforismo : no hay relación sexual. En ello fundamentamos nuestra brújula en tanto que psicoanalistas. Hay lo que llamamos un goce trastornado, intrínsecamente disfuncional del ser hablante con su propio cuerpo qui obstaculiza la relación entre los sexos así como toda posibilidad de reconciliación hedonista. Esta falla se encuentra en el punto opuesto de todo determinismo físico, programa o real calculable. Se corresponde con un real que queda a merced de la contingencia absoluta.
El psicoanálisis propone una elección ética: prometer a cada uno que quiera prestarse a ello que no será comparado ni “reeducado”, proponiéndole a su vez ceñir al máximo las coordenadas singulares que están a la base de lo inconciliable de la contingencia que le es propia. Para que pueda orientarse en la vida a partir de la lógica que fundamenta su modo de ser siempre sintomático, lejos de las ilusiones de la identificación.
¡Esta elección es a lo que PIPOL 9 abrirá las puertas de par en par, y también mirará cara a cara y elucidará a aquél con el que nada tiene en común!
Yves Vanderveken
Traducción: Itxaso Muro Usobiaga
* NdT : El pulmón de Antoniette hace referencia a la obra El enfermo Imaginario de Molière. Antoinette, sirvienta disfrazada de médico, refiere todos los males del Señor enfermo al pulmón.
1 Dehaene S., Vers une science de la vie mentale, Leçons inaugurales du Collège de France, Fayard, 2018.
2 Naccache L., Le nouvel inconscient, Freud, le Christophe Colomb des neurosciences, Odile Jacob Poches, 2009.
3 Miller J.-A., « L’orientation lacanienne, Tout le monde est fou », curso pronunciado en el ámbito del departamento de psicoanálisis de la Universidad Paris VIII, curso del 16 de Enero de 2008, inédito.
4 Miller J.-A., « L’orientation lacanienne, Tout le monde est fou », curso pronunciado en el ámbito del departamento de psicoanálisis de la Universidad Paris VIII, curso del 23 de Enero de 2008, inédito.
5 Laurent É., L’envers de la biopolitique, Une écriture pour la jouissance, Navarin, Champ freudien, 2016, p. 19.
6 Ibid., p. 10.
7 Ibid., p. 15.
8 Miller J.-A., « L’orientation lacanienne, Tout le monde est fou », curso pronunciado en el ámbito del departamento de psicoanálisis de la Universidad Paris VIII, curso del 9 de Febrero de 2008, inédito.
9 Lacan J., Le Séminaire, livre X, L’angoisse, Seuil, Paris, 2004, p. 335.
10 Ibid., p. 329.
11 Ibid., p. 325.
Toda la información en http://www.europsychoanalysis.eu/pipol9-5e-congres-europeen-de-psychanalyse